La contemplación del paisaje del Sur de la Isla de Tenerife trae inconscientemente para muchos de nosotros la imagen y la esencia de un espacio vinculado al turismo, al esparcimiento, al descanso más completo. Sus perfiles erosionados, su privilegiado clima y su litoral accesible contribuyen a que nuestra conciencia se apegue y se pierda en el presente de una forma que consiguen pocos parajes insulares, convirtiendo esta región en un paradigma de calidad de vida. Esa visión, reforzada por el rutinario ejercicio de la costumbre, por los ecos de la prensa y por las referencias indirectas de la cotidianeidad, debe ir tomando una dimensión y un cariz totalmente renovados al descubrirse, tras toda este conjunto de belleza estructural y natural, la invaluable huella de la labor callada y tenaz de un colectivo de empresas, particulares e instituciones que nutren el alma de ese Sur insular. Los testimonios atesorados por el Club Rotary Tenerife Sur en sus ya tres decenios de existencia nos enseñan que hemos de abrir definitivamente nuestros ojos para descubrir ese otro Sur, desconocido en parte, pero nada exento de esos matices que van más allá de la reseñada riqueza cromática, con necesidades, problemáticas y carencias a las que se hace frente desde Rotary con infinita generosidad y dedicación.
A finales del año 1982 el empresario D. Cándido García Sanjuan [Santa Cruz de Tenerife, 1906-1998], en aquel entonces, propietario-fundador del «Hotel Gran Tinerfe» ubicado en Playa de Las Américas, hizo suya la idea de fundar un Club Rotario en el Sur de la Isla, al ser consciente y anticipar el crecimiento tan espectacular y trascendente de esta región sureña. La esencia rotaria de D. Cándido, unida a su visión estratégica del pionero desarrollo turístico, convergieron en la cristalización de este Club en un ámbito que parecía emerger a modo de una utopía de difícil logro. Tan solo unos meses después, concretamente el 13 de abril de 1983, se firmó el acta de constitución de este Club Rotary Tenerife Sur, dando inicio a sus actividades solidarias, para el crecimiento y auge sureños siguiendo los principios de esta Organización, centrados especialmente en promover la integridad y fomentar la comprensión, la buena voluntad y la paz, mediante actividades de compañerismo de los líderes empresariales, profesionales y cívicos.
El propio devenir histórico de este Club viene jalonado por multitud de eventos, acontecimientos y acciones de muy diversa índole en sus treinta años de andadura, destacando particularmente por su intensa labor de donación (bien económica o en material) a diferentes necesidades del momento. En este sentido podría recordarse la entrega de material escolar, comida, muebles, etc. a entidades centradas en la ayuda a los más necesitados, caso de Cáritas, Cruz Roja, Hermanos de la Cruz Blanca, Asociación San Juan, Santa Rita, Hermano Pedro, entre otras; la donación a la Cruz Roja del Mar de sendas lanchas tipo Zodiac para salvamento marítimo; o el envío de una ambulancia todoterreno a los colectivos de ayuda al pueblo saharaui, a donde -en unión a otros colectivos rotarios canarios- se han seguido efectuando viajes llevando asistencia médica, medicamentos e, incluso, quirófanos de campaña. En el ámbito educativo destaca la labor efectuada por el Club Rotary en la gestión de intercambios de corta y larga temporada de jóvenes en el extranjero, mayoritariamente en Estados Unidos, con el fin de contribuir decididamente a su formación cultural, profesional y lingüística.
Los anales de la historia del Club Rotary Tenerife Sur se enorgullecen de haber contado con la primera mujer presidente de un club rotario en España, la señora Fina Franchini, concretamente en el bienio 1992-93, referencia esta muy significativa ya que en aquellos momentos las féminas no eran admitidas como socios activos en el seno de muchos clubes rotarios o otras muchas sociedades. En la actualidad, la organización cuenta con treinta 30 rotarios activos, que se engloban dentro de ese millón y medio de miembros afiliados a más de 32.000 clubes en aproximadamente 200 países y regiones del mundo, siempre regidos bajo los preceptos incluidos en «La Prueba Cuádruple», esbozados por el rotario Herbert J. Taylor en 1932, que configuran el código ético rotario:
«De lo que se piensa, se dice o se hace, «es la verdad? ¿Es equitativo para todos los interesados? ¿Creará buena voluntad y mejores amistades? ¿Será beneficioso para todos los interesados?»
El código rotario tuvo su inicio, como primer club de servicio del mundo, en la localidad estadounidense de Chicago (Illinois), que fue fundado el 23 de febrero de 1905 bajo la dirección del abogado Paul P. Harris. Su objetivo primordial era «recrear en una asociación profesional el ambiente amistoso que caracterizaba a las pequeñas localidades en las que había transcurrido su juventud», y el propio término o vocablo que define a estos clubs, Rotarios, deviene de esa práctica inicial de reunirse en las oficinas de los propios socios de forma «rotativa».
Su modus operandi, su forma de entender e involucrarse en la sociedad, fueron calando y su popularidad se extendió de forma rápida en apenas una década. En 1921 ya se habían instituido clubes rotarios en casi todos los rincones del mundo, adoptando al año siguiente, 1922, la denominación de «Rotary International». Su crecimiento venía aparejado con una ampliación de sus intereses profesionales y sociales, lo que conllevó un esfuerzo notable para conseguir recursos, herramientas y medios para alcanzar las metas propuestas y por venir. De hecho, una de las características de sus miembros es su especial talento para servir a los necesitados, con una dedicación que se expresa claramente a través del lema rotario «Dar de Sí antes de Pensar en Sí». Obviamente, su prestigio y su calidad profesional atrajeron a personalidades de todos los ámbitos, pudiendo citarse al novelista Thomas Mann, al médico Albert Schweitzer o el compositor Jean Sibelius entre infinidad de muchos otros que aportaron su tiempo y su conocimiento en la mejora de las condiciones medioambientales y humanas.
La Segunda Guerra Mundial supuso un duro hándicap para el mundo rotario, ya que muchos clubes se vieron obligados a disolverse por las durísimas consecuencias de aquel enfrentamiento global. En 1942, con vistas a ir superando los devastadores efectos de la contienda, los rotarios convocaron una conferencia «para promover los intercambios educativos y culturales en el ámbito internacional». Esta cita sería el germen precursor de la que, con el tiempo, se conocería como UNESCO.
En la actualidad, los clubes rotarios centran su interés en atender las necesidades perentorias de la cambiante sociedad, «ampliando sus actividades de servicio para abordar problemas acuciantes como el deterioro de los ecosistemas, el hambre en el mundo y los niños en riesgo», y su misión se encamina al servicio a los demás, promoviendo los principios de la integridad, la comprensión, la buena voluntad y la paz. El Rotary Club Tenerife Sur se enmarca en esa línea y su impronta en la comarca sureña de la isla ya se remonta a 30 años de sincera, abnegada y generosa dedicación.